Preparar el terreno es muy importante para conseguir una
tierra fértil, mullida, profunda, con
buen drenaje y que al mismo tiempo sea capaz de retener el agua.
Esta tarea empieza por escardar y retirar las malas hierbas.
A continuación, labrar
a unos 30-40 cm de profundidad y deshacer los terrones.
15 días antes de sembrar o plantar hay que abonar con humus de lombriz, estiércol, compost, mantillo o guano.